jueves, 11 de agosto de 2011

LAS CIFRAS DEL HAMBRE EN MÉXICO

CIRO MURAYAMA RENDÓN

21.8 millones de mexicanos tienen ingresos que no les permiten cubrir sus necesidades alimenticias básicas. Representan el 19.4% de la población y sólo entre 2008 y 2010 crecieron en casi tres millones y medio de personas. Esto revela que si bien el deterioro económico puede tener efectos nocivos generalizados, se ensaña en particular con la población más débil y muestra que en muy poco tiempo una amplia cantidad de personas pueden ir de ser pobres a incluso pasar hambre ante la ausencia de instituciones y redes de protección efectivas para evitar que la gente caiga en la miseria
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), los hogares por debajo de la línea de bienestar mínimo para alcanzar el umbral determinado por el valor de la canasta alimentaria son los que no reúnen 978 pesos mensuales en las zonas urbanas y 684 en las zonas rurales. México, un país de ingreso medio alto según el Banco Mundial, y una de las primeras 12 economías, no es capaz de brindar a uno de cada cinco de sus habitantes un ingreso que le permita comer. La extendida presencia de la pobreza y del hambre en México, siendo un país que pese a todo se industrializó y que se ha modernizado en muchos aspectos, sólo se explica por la pésima distribución del ingreso: es la desigualdad lo que nos hace y mantiene subdesarrollados.
En 2008 el porcentaje de mexicanos que no podían adquirir una canasta alimentaria mínima fue de 16.7 y subió a 19.4, pero en algunos estados la situación empeoró de manera crítica: en Sinaloa (con un aumento del 73.4%), Jalisco (49.9%), Querétaro (46.2%), Baja California Sur (45.6%) y Chihuahua (43.9%).
Mas para cubrir las necesidades alimenticias no sólo hay que tener un ingreso mínimo sino lograr acceder a los alimentos mismos. En esto la situación es más preocupante, lo que refleja las insuficiencias de abasto en amplias zonas del país.
El Coneval señala, en su más reciente medición de la pobreza, que 28 millones enfrentan una situación de carencia en el acceso a la alimentación. De 2008 a 2010 el porcentaje pasó de 21.7 a 24.9%, con un aumento absoluto de 4.2 millones de personas. Deberíamos reflexionar si puede haber un dato más revelador del fracaso económico y social que vive México al iniciar la segunda década del siglo XXI: la cuarta parte de la población, uno de cada cuatro, sufre carencia en el acceso a la alimentación.
Esta carencia, como todo en nuestra realidad, se ha extendido de forma desigual. Incluso en estados prósperos como Nuevo León y Sonora, creció entre 2008 y 2010 cerca del 5%, lo mismo que en Yucatán. Aumentó en más de cinco puntos porcentuales en Colima, Guerrero, Hidalgo, Nayarit, Quintana Roo, San Luis Potosí y Zacatecas. En tres estados la expansión de esta carencia fue superior al 10%: en Baja California Sur y Campeche, así como en el Estado de México.
De acuerdo con un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública, en el 21% de las localidades rurales con presencia indígena no se expenden frutas y en 13% tampoco verduras, pero en el 100% se encuentran a la venta grasas, azúcares y bebidas, por ejemplo. La desnutrición, a pesar de haber ido disminuyendo, afectaba en 2006 al 30.8% de los niños menores de 5 años pertenecientes al 20% de los hogares más pobres del país. Al mismo tiempo, se constata un aumento del sobrepeso y la obesidad sobre todo en la población de menor ingreso.
La alimentación está volviendo a ser un tema crítico de México. No hay cifras recientes de alcance nacional, posteriores a la crisis, acerca de cómo ha crecido la desnutrición o el sobrepeso y la obesidad, problemas vinculados al bajo ingreso, a la carencia de acceso a los alimentos y a la mala calidad de los mismos. Es lamentable que, pese a los avances en cobertura de servicios de salud, la actual administración federal no haya aún dispuesto recursos para levantar la nueva Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, que nos permitiría conocer con precisión el estado de estos dos aspectos fundamentales de la calidad de vida de los mexicanos

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