lunes, 1 de diciembre de 2008

LA DESOBEDIENCIA A LOS SEMAFOROS

CARLOS ARELLANO GARCÍA

En la Ciudad de México hay innumerables semáforos cuyo objetivo básico es imponer el orden en la circulación vial. En los países desarrollados, es inexcusable que a los niños de corta edad se les enseñe la función de los semáforos y se les aleccione sobre los cruces de los peatones en las zonas citadinas. Tal enseñanza es vital para resguardar la integridad corporal y evitar desaguisados en la vida futura.En el Tercer Mundo, o sea en las poblaciones en vías de desarrollo, ha habido descuido en la necesaria educación vial y los adultos, que ya tienen capacidad para manejar saben perfectamente el significado y valor de las luces en los semáforos pero, también son sabedores de que, hay vigilancia insuficiente, lo que da lugar a que, con una prisa en ninguna forma justificada, con todo cinismo, hacen caso omiso del alto que marca el semáforo y continúan su marcha como si tuviesen a su favor la luz verde.Ese grave desacato pone en peligro la vida y la integridad corporal de los peatones que esperaron el alto para cruzar a la acera de enfrente y que no entienden la razón del desacato del conductor y ya de nada sirve que la autoridad vial haya puesto semáforos intermedios, precisamente para que pueda operar el paso de peatones y ese semáforo fue colocado para que niños, acompañados, o no, por sus padres, se dirijan al "kinder" o a la escuela primaria y también para que adolescentes acudan a la secundaria que está en lugar cercano. Asimismo, el semáforo pudo haber sido puesto en ese lugar para permitir el paso de los fieles a un templo en las proximidades o directamente en la otra acera. De buena fuente sabemos que, entre una avenida importante y otra avenida también relevante, pueden existir dos semáforos intermedios, cuyo objeto no es distribuir la circulación de muchos vehículos porque el tráfico de vehículos en esas zonas intermedias es mucho más escaso pero, suele haber varias escuelas y alguna que otra iglesia. Además, los vecinos también tienen necesidad de cruzar la avenida en la que están ubicados los semáforos y, frente a la desobediencia de los manejadores corren un peligro que jamás se justifica. Igualmente, hay personas de la tercera edad que no tienen la capacidad física de antaño, para cruzar con rapidez pero, presuntamente están amparados por las luces rojas de los semáforos que son para darles seguridad. Esa seguridad tan necesaria se esfuma ante la violación de las normas de tránsito por los manejadores. Lamentablemente, se prolifera la falta de respeto a los semáforos en alto, por la impunidad de los manejadores violadores de las normas jurídicas que rigen el tránsito de vehículos pues, los agentes de la policía, en multitud de lugares de la ciudad, son totalmente inexistentes y las patrullas son muy escasas y se ignora en qué menesteres están ocupadas. No debe olvidarse que las normas relativas al tránsito y a la seguridad vial tienen entre sus objetivos, como lo marca el vigente Reglamento de Tránsito Metropolitano, vigente en el Distrito Federal: 1. Que haya cortesía y precaución en la conducción de vehículos; 2. Que se respete al agente de vialidad; 3. Que haya protección a los peatones, personas con capacidades diferentes y ciclistas; 4. Que haya prevención de accidentes y; 5. Que se produzca el uso racional del automóvil. Se requiere, urgentemente, imprimir en el cerebro de los violadores a la luz roja del semáforo, que no debe ser un campeón del egoísmo, un violador a la ley, un ser indiferente a las necesidades y la existencia de los demás, un irresponsable. Por tanto, es satisfactorio que se hayan recuperado las clases en las que se enseña Civismo y ha de formarse conciencia colectiva de respeto a los semáforos con satanización de las indeseables y, hoy nutridas desobediencias que tanto peligro engendran.

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